La segunda epístola del apóstol Pablo a Timoteo es el último escrito de Pablo. Esta carta, entre otras cosas, tiene gran importancia porque pone de relieve la más honda preocupación en el corazón del apóstol antes de partir de este mundo a la mansión celestial. Digo esto, porque Pablo en el momento que estaba escribiendo a Timoteo se hallaba en la cárcel a causa del evangelio de Cristo, y en esta ocasión ya se le había fijado el día de su ejecución, pronto moriría, y esto pondría fin al ministerio de Pablo. Por lo cual, las circunstancias pusieron en el corazón de Pablo encomendar a su colaborador más avezado lo más importante, lo cual no debía descuidar, para continuar con la expansión del Reino. ¿Cuál fue la encomienda de Pablo a Timoteo antes de ausentarse del cuerpo? La respuesta a esta pregunta se halla en el capítulo 4 de la segunda epístola a Timoteo, Pablo le dice a Timoteo: «Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino, QUE PREDIQUES LA PALABRA; QUE INSTES A TIEMPO Y FUERA DE TIEMPO; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina. 2 Timoteo 4:1-2» Está claro entonces, que la preocupación de Pablo era LA PREDICACIÓN DE LA PALABRA. Pablo sabía que, si la Palabra de Dios iba a predicarse después de su partida, los perdidos serían rescatados, se fundarían nuevas congregaciones, el Reino de Dios se extendería hasta el último rincón de la tierra, las iglesias se edificarían, habría cristianismo hasta el segundo regreso del Señor.
Pablo también sabía por revelación del Espíritu Santo, que vendrían tiempos de apostasía (1 Tim. 4:1), y tiempos peligrosos (2 Tim. 3), y que la única y contundente respuesta a la proliferación del error es LA PREDICACIÓN DE LA PALABRA. Pablo dice: «Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que, teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas. 2 Timoteo 4:3-4» Los tiempos de la apostasía que Pablo predijo, ya están aquí. No tenemos muchos púlpitos que honren la PALABRA DE DIOS, hay necesidad en el pueblo de Dios, de la verdadera enseñanza bíblica, hay tantas religiones, tanta mercadería, tantos facinerosos vestidos de ovejas, y alguno dirá: ¿Qué haremos? La respuesta es: «QUE PREDIQUES LA PALABRA».
Después que Pablo estuvo por tres años en la región de Éfeso predicando y enseñando la Palabra de Dios, llegó el momento en que tenía que partir, las iglesias de la región no le escucharían predicar más, él ya no estaría presente, las iglesias ahora, debían continuar su desarrollo, y estar firmes, sin la presencia del apóstol. Cuando llegó el momento de hacer las maletas, Pablo hizo llamar a los ancianos de la Iglesia, y entre muchas cosas, les hizo la siguiente advertencia: «Porque yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño. Y DE VOSOTROS MISMOS se levantarán hombres que hablen cosas perversas para arrastrar tras sí a los discípulos. Hechos 20:29-30» Pablo estaba advertido por el Espíritu de que, del mismo grupo de los ancianos de las iglesias de Éfeso, se levantarían algunos que hablarían cosas torcidas, con las que harían daño al rebaño del Señor. ¿Qué hizo Pablo? «Y ahora, hermanos, os encomiendo a Dios, Y A LA PALABRA DE SU GRACIA, que tiene poder para sobreedificaros y daros herencia con todos los santificados. Hechos 20:32» Las Iglesias de Éfeso estarían seguras, firmes, crecerían y se desarrollarían, sobre el fundamento LA PALABRA DE SU GRACIA. El enemigo hará que el error se prolifere, se multiplicarán los anticristos, la era pudiere estar lejos de Dios, pero el pueblo de Dios no puede ser negligente, debe esforzarse, predicar la Palabra a tiempo y fuera de tiempo, hacer obras de evangelistas, debe honrar el MINISTERIO DE LA PALABRA DE DIOS. Dios nos ayude.
Pastor Alberto Moneró Rijo