Por Juan Leoner Brito.
Los disentimientos entre hombre-mujer siempre han recreados escenarios de conflicto por imponer dominio sobre el otro y demostrar hegemonía en la estructura social. En pleno 2019 vemos como estas disputas siguen vigentes, y en nuestra cotidianidad determinadas prácticas sociales son el resultado de demostrar ante el colectivo los atributos que enfatizan la vieja condición de roles interpuestos, asumidos y perpetuado por los diversos tipos de sociedades.
Las redes sociales, los medios de comunicación, los materiales audiovisuales, se han convertido en plataformas para que las mujeres utilicen su cuerpo como principal activo, mostrando así sus pechos y trasero como armas letales en la añeja guerra de los sexos. El hombre en cambio se sirve de la misma plataforma para mostrar vehículos de lujos, bebidas caras, prendas y un club de guaremates que sirven de contraataque a las propuestas de las mujeres.
Como individuos no hemos encontrado punto medio en esta tregua, la disputa por la consecución de control se reviste con aires de libertades en donde exhibir se convierte en estrategia de combate para generar simpatías. Los pelotones han sido formados, las redes sociales son el campo de batalla y un gran número de oficiales en forma de likes se convierten en soldados de esta guerra. Quién ganará?