Nueva York (EEUU).- El alcalde neoyorquino, Bill de Blasio, declaró este martes el estado de emergencia sanitaria debido a la rápida propagación del sarampión, especialmente desde distritos donde se encuentran los principales enclaves de la comunidad judía ortodoxa, reacia a las vacunas.
Los vecinos de estas zonas tendrán que vacunarse obligatoriamente durante los próximos dos días. Si no lo hacen serán multados con mil dólares. Se han contabilizado en la ciudad 280 afectados, de un total de 495 en todo EEUU.
Tendrán que inmunizarse con la vacuna contra el sarampión “para proteger al resto de la comunidad y ayudar a reducir la epidemia. No debe haber dudas de que las vacunas son seguras, efectivas y salvan vidas”, dijo el alcalde tras confirmar que las autoridades sanitarias identificaron el primer caso en octubre en un niño que regresaba de un viaje a Israel.
Desde entonces, el brote se ha hecho fuerte y ha afectado mayoritariamente menores que no estaban inmunizados.
Es un problema “urgente” que debe abordarse “de inmediato”, remarcó el alcalde, y advirtió que cerrará las Yeshivas (centro de estudios de la Torá y del Talmud, generalmente dirigida a varones en el judaísmo ortodoxo) si los niños que van a estas escuelas no se vacunan.
Ya se ordenó a las Yeshivas en diciembre pasado que no permitieran a los niños sin vacunas asistir al colegio hasta que el brote remitiera.
La vacuna de sarampión, las paperas y la rubeola es obligatoria para los niños en edad escolar. Las familias ultraortodoxas, sin embargo, se acogen a razones religiosas para evitarla. Las autoridades sanitarias han mantenido desde noviembre reuniones con sus líderes religiosos y los pediatras porque hay mucha desinformación.
Las comunidades ortodoxas viven aisladas y rechazan cualquier intromisión externa. La decisión del alcalde ha creado tensiones contra los judíos y también entre ellos, principalmente entre los más radicales y los líderes menos extremos que aconsejan acatar las recomendaciones de las autoridades sanitarias.
Las autoridades atribuyen el brote a dos factores principales, que además están vinculados: primero, la importación de la enfermedad desde otros países o regiones donde hay brotes de sarampión y, segundo, por el repunte del movimiento antivacunas.
El sarampión es muy contagioso y si una persona lo tiene contagiará al 90% de quienes estén a su alrededor. La Organización Mundial de la Salud la clasifica como una de las principales causas de mortalidad entre los niños, pese a que la vacuna está disponible y es efectiva.
Como parte de dicha medida dictada en Nueva York, los habitantes sin vacunar contra la enfermedad en el barrio de Williamsburg -donde se concentra la mayor población judía de la ciudad- tendrán que inmunizarse con la inoculación contra el sarampión para “proteger al resto de la comunidad y ayudar a reducir la epidemia”.
Las inyecciones serán obligatorias y miembros del Departamento de Sanidad y Salud Mental revisarán las cartillas de vacunación de cualquier individuo y el que no esté inmunizado afrontará, efectivamente, multas de mil dólares.
La decisión del alcalde De Blasio sigue la estela del Condado de Rockland, en el norte del estado de Nueva York, que hace dos semanas prohibió a los jóvenes sin vacunar la entrada a los espacios públicos, como parques infantiles, como respuesta al brote de sarampión en la zona, con 161 casos detectados en una población de 300.000 personas, especialmente entre la población ortodoxa.
Entre los judíos de Brooklyn, en donde se decretó la emergencia por un brote de sarampión, circula una publicación que anima a la comunidad ultraortodoxa a no vacunarse, en contra de los criterios científicos y de la legalidad sanitaria, alegando que las vacunas portan “ADN de mono, rata y cerdo”.
En el “Manual de seguridad de la vacuna”, una revista para padres, hay falsas advertencias de que las vacunas causan autismo y contienen células de fetos humanos abortados, según dio cuenta el diario The New York Times.
“Creemos que no hay mayor amenaza para la salud pública que las mismas vacunas”, sostiene la publicación que contradice el consenso científico de que las vacunas son generalmente seguras y altamente efectivas.
El manual, creado por un grupo llamado Padres que Educan y Abogan por la Salud de los Niños (PEACH, en sus siglas en inglés), está dirigido a judíos ultraortodoxos, cuyas comunidades en expansión se encuentran en el epicentro de uno de los brotes de sarampión más grandes en los Estados Unidos en décadas.
El manual de PEACH, con cartas firmadas por rabinos, se ha convertido en uno de los principales vehículos para la desinformación entre grupos ultraortodoxos. Su mensaje se comparte en líneas directas y en mensajes de texto grupales.
“Las vacunas contienen ADN de mono, rata y cerdo, así como sangre de suero de vaca, todo lo cual está prohibido para el consumo de acuerdo con la ley dietética kosher”, dijo Moishe Kahan, editor colaborador de la revista PEACH, en un correo electrónico citado por The New York Times.
Fuente: acento.com.do