Luis Rodas
Quisiera compartir contigo una pequeña serie acerca de una sexualidad piadosa. Sí, lo entendió, a primera vista pareciera que sexualidad y piedad no son términos muy amigos. Solemos asociar más la piedad con la oración, la lectura de la Palabra o sonreírle con ganas a quien, en otra etapa de nuestra vida, habríamos matado. Pero, ¿piedad en la sexualidad? ¿Sexualidad piadosa? No nos equivoquemos. No son términos antagónicos en absoluto. Si quieres vivir una vida en adoración a Dios, necesitas ser piadoso también en tu vida sexual.
En cuanto a esto doy por hecho que tienes claro que Dios creó la sexualidad, y espera que el hombre y la mujer disfruten de este don que les dio (Génesis 1:28; 2:24). La gran tragedia de la rebelión humana (Génesis 3:1-6) arrastró consigo también a la sexualidad, y de pronto en aquello hermoso que Dios había creado, ellos vieron toda clase de posibilidades vergonzosas de mal (Génesis 3:7-11). Así la sexualidad pasó a ser parte de lo que el hombre corrompía en su rebelión, y todo un instrumento de esclavitud (Génesis 6:1-6; 19; 34; Tito 3:3). Pero a pesar de esto, Dios siguió viendo en este mundo caído una total diferencia entre la sexualidad en sí, y la inmoralidad sexual. Aunque el pecado entró en el mundo, según Dios, existía y existe una forma de sexualidad bendecida por Él. Y esta es siempre, en todos los casos, la que está enmarcada dentro de la relación matrimonial entre un hombre y una mujer (Efesios 5:22-31; Romanos 1:26-32). Ahora, ¿esta es necesariamente una sexualidad piadosa? ¿La sexualidad entre un hombre y una mujer casados es sí o sí una sexualidad piadosa? A esto respondo claramente: ¡No necesariamente! Puede que sí, puede que no. Puede que esto te sorprenda. Veamos.
1. No hay piedad sin Cristo
El primer ejemplo de una sexualidad que no es piadosa, aun dentro del marco del matrimonio entre un hombre y una mujer, sucede cuando las dos personas involucradas no están en Cristo. ¿Podrán tener una sexualidad piadosa en adoración a Dios dos personas que permanecen en rebelión contra Dios? ¿Verdad que no?
2. Un ruido insoportable
El segundo ejemplo no es tan obvio como el primero. ¿Qué pasa cuando se trata de un matrimonio entre dos creyentes, pero por las peripecias de la vida el amor ha quedado olvidado 10.000 kilómetros atrás? 1 Corintios 13 asegura que si “no tengo amor, nada soy”. Y que si es así, mi sexualidad matrimonial ha dejado de ser una dulce canción romántica para transformarse en el golpeteo insoportable de un “metal que resuena, o un címbalo que retiñe”. ¿Qué piedad puede haber bajo este ruido ridículo? No hay piedad sin amor. Abundar en amor es insustituible para la santidad (1 Tesalonicenses 3:12,13).
3. Sexualidad cavernícola
Otro ejemplo es uno tristemente normal. Hombres creyentes que se casan pensando que su esposa será la esclava para su satisfacción. Y con este corazón desarrollan una sexualidad cavernícola en la que jamás se toman dos segundos para ver qué pasa por el corazón de la pobre hermana con la que decidieron ser uno. 1 Tesalonicenses 4:3-5 habla de un matrimonio santificado en el que el hombre “sabe tener su propia esposa en santidad y honor”, no como “los gentiles que no conocen a Dios”. La expresión aquí, “sepa tener”, se refiere a “obtener una maestría acerca de” (The Pulpit Commentary). La voluntad de Dios es que nos dediquemos esforzadamente como hombres a conocer, a saber, cómo honrar a nuestras esposas de tal manera que la intimidad sexual brote naturalmente de aquello.
4. Adulterio mental
Y por último, ya que la idea es solo dar algunos ejemplos, podemos hablar de la triste posibilidad de pensar en otra persona en el momento de intimidad. Estás en cuerpo con tu esposo/esposa, pero con tu mente adulterando (Mateo 5:27-30). Tu sexualidad sigue en el marco del matrimonio, pero obviamente olvídate en este caso de la piedad.
Así vemos que no necesariamente la sexualidad entre un hombre y una mujer casados es sí o sí una sexualidad piadosa. Y como notarán, el tema requiere mucho más espacio. Por eso, va a ser necesario continuar en el siguiente artículo.
Fuente: esclavos de cristo