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LA IGLESIA POLITIZADA NO COJE CABEZA

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El Emperador Constantino el grande, en medio de una crisis política y financiera, corrupción estatal, ejército dividido, y desenfreno moral que destruía el Imperio; tuvo que desde el 311 al 313 d. C. congraciarse con la Iglesia; que era la única institución moral, fuerte, estimada, respetada y con dominios y autoridad en la sociedad. Para Constantino lograr el apoyo de la Iglesia, se inventó una pagana visión, tomando el símbolo de la cruz, y escenificando un drama de conversión al cristianismo; y así atrajo a la Iglesia a sus objetivos políticos: dándole a la Iglesia prebendas, privilegios y posiciones en el Estado, exoneraciones y enormes fortunas para construir templos; y en el 325 d.C. En el primer Concilio Ecuménico, en la ciudad de Nicea, Constantino decretó el cese de la persecución y el Cristianismo como religión del Estado.

Con este macabro plan, Constantino se echó en los bolsillos a la Iglesia; y la Iglesia dejó de ser linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable. A una Iglesia sinagoga de Satanás, atada al servicio y autoridad del Estado; y los pastores de los pueblos, se convirtieron en sacerdotes adinerados, latifundistas, negociadores espirituales de las familias ricas y con fueros sociales. La Iglesia hablaba más de política, filosofía, economía y guerras, que el Evangelio de Jesucristo. Todos los estudios serios, concluyen que la Política prostituyó a la Iglesia.

Los líderes de la Iglesia, estaban tan agradecidos del Emperador, que elaboraron una exégesis de Romanos 13, donde el emperador era un semi dios, que estaba por encima del bien y del mal en esta tierra; era la justicia incuestionable, y no había ley que regulara sus actos, porque él es la autoridad puesta por Dios. Cualquier crítica, oposición, demanda, denuncia y protesta, era considerada una rebelión a Dios. Esta fornicación de la Iglesia con el Estado, fue la que parió la criatura profana, de investir al emperador con autoridad para decidir en la Iglesia. Todo este descalabro moral y espiritual de la cristiandad, vino por el amor al dinero de los líderes de la Iglesia; y la avaricia y malicia de los políticos.

Desde 1980 en adelante, la Iglesia Evangélica cambió su visión bíblica de la política: “La Iglesia es un organismo separado de todos los movimientos políticos; y sus miembros tienen la libertad de votar, por el partido de su preferencia; sin activismos de partidos de izquierda, derecha o centro dentro de la Iglesia”. Esto cambió a una Iglesia aliada a partidos políticos, al grado de definir a los políticos como ungidos enviados por Dios; aunque tengan ideas distorsionadas y conductas anticristianas, llenas de avaricia, vanagloria, egoísmo, venganza y odio.

La Iglesia Evangélica ha crecido en los últimos tiempos, de una manera acelerada, despertando el apetito a todos los políticos, que para tener el apoyo de los neófitos evangélicos; asisten a la Iglesia, se bautizan y se aprenden el lenguaje protestante; así reciben el apoyo de los Evangélicos con el insignificante y farsante acuerdo: “voten por mí; y yo le prometo acabar con los Gay, el aborto, la eutanasia, los grupos liberales y los zurdos”; así los Evangélicos ciegamente les creen, y apoyan a un hipócrita y mentiroso; con una conducta inmoral y corrupta; con expedientes en la justicia de asesinatos, abusos, denigraciones, odios y saqueos. Y en estas iglesias sinagogas de Satanás, los pocos cristianos que no se alíen al político mesías, entonces son denigrados y criticados.

La Iglesia no ha aprendido la lección de la historia; una vez se equivocó, pero esta vez, no es equivocación; sino una intensión premeditada, dirigida por pastores egoístas, avaros y vanagloriosos, que han desviado a indoctos hermanos, a formar parte de una iglesia politizada, que como una gran ramera, fornica con cualquier político gobernante; no importa que sea un descarado mentiroso, hipócrita y seguidor de gurúes. Cada vez que la Iglesia fornica con el Estado, sucede esto: “éstos aborrecerán a la ramera, y la dejarán desolada y desnuda; y devorarán sus carnes, y la quemarán con fuego; porque Dios ha puesto en sus corazones el ejecutar lo que él quiso: ponerse de acuerdo, y dar su reino a la bestia, hasta que se cumplan las palabras de Dios”.

Ps. Rolando Diaz

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