Por Félix Caraballo / Evidencias
El anuncio del Ministerio de Educación (MINERD), sobre el proceso de incorporar la educación sexual al currículo a partir del periódico escolar 2016-2017, debe llamar la atención a los agentes de la comunidad evangélica, por ser este un tema fundamental para el desarrollo socioespiritual de niños, niñas, y adolescentes.
A víspera de cada período educativo, surge lo que por mucho tiempo ha sido campo de debate entre instituciones del gobierno, entidades privadas relacionadas con la educación, y que ha generado, con el pasar del tiempo, debates y discusiones, y es el tema de la sexualidad, y las consecuencias que produce.
En las iglesias evangélicas se habla muy poco sobre el tema de la sexualidad humana, esto es evidente en la gran cantidad de embarazos entre adolescentes, enfermedades de trasmisión sexual y VIH-Sida, y sin contar la cantidad de abortos que se practican de manera legal y clandestina. El tema debe ser asumido por las escuelas y colegios con carácter urgente y prioritario, y no debe dejarse para después. En lo que el “hacha va y viene”, el tema de la sexualidad debe ser motivo de preocupación para las congregaciones, que deben entender que este es un derecho fundamental que asiste a cada persona, y contribuye con la formación bíblica integral.
Niños, niñas, adolescentes y jóvenes deben recibir una educación sexual con valores y actitudes significativas para vivir en la vida; en la Sagradas Escrituras encontramos dimensiones de la sexualidad como acción divina, que busca que los individuos disfruten a plenitud de una sexualidad sana y responsable en cada una de las etapas de la vida y sus implicaciones.
La guía sobre derechos sexuales y reproductivos, emitida hace un tiempo por el Consejo Latinoamericano de Iglesias (Clai), establece que en República Dominicana es notable la falta de educación integral en la familia, escuelas e iglesias, la cual es una constante. La insuficiente información en la población sobre los derechos sexuales y reproductivos, es clara y notoria. Por lo que el Estado debe ser el garante de este derecho a todos los dominicanos, a fin de prevenir muertes, embarazos, abusos sexuales, pobreza extrema etc.
La realidad que se vive, a lo interno y externo de las iglesias, sobre el tema, está caracterizada por prejuicio y prácticas que no se corresponden con las necesidades de la comunidad. Se promueve una espiritualidad que no es capaz de salir de las “cuatro paredes de la iglesia”; programas, que aunque tienen un valor incalculable, en términos espirituales, no sintonizan con las necesidades de los diferentes sectores que hacen vida en las iglesias.
A esto hay que sumar la confrontación de fuerzas entre sectores evangélicos, que se entretienen en sus prácticas eclesiales sin fundamento, y que nada aportan al desarrollo de una educación integrada. La educación bíblico-teológica sobre el tema de la sexualidad, está ausente, y con frecuencia son temas prohibidos en las iglesias, y carentes en muchos centros educativos.
Es lamentable que las iglesias, siendo parte de la comunidad, estén tan lejos, y ajenas a problemas del entorno, y en particular, este; en vez de levantar su voz profética para defender a las víctimas y orientar a los necesitados. Se hace necesario que los organismos cristianos (Codue, Conedo, Conacope, Red de Pastores, los concilios, seminarios, universidades etc.) con todos los valores que poseen, aporten su grano de arena, a fin de capacitar a pastores, líderes de jóvenes, maestros de niños, adolescentes, en temas de derechos sexuales y reproductivos; crear espacios, encuentros de diálogos, elaborar materiales sobre el tema y rescatar los ya existentes.
Que los pastores, en el uso de los pulpitos, puedan conversar con la membresía temas de la sexualidad, jornadas de sensibilización sobre la temática que debe ser de interés de la iglesia y de los centros educativos, sobre este derecho común para todo ser vivo.