Por el Obispo Inocencio Vargas Encarnación
La participación de muchos líderes cristianos en las recientes elecciones marcaron un hito histórico en nuestro país, rompiendo con un paradigma tradicional que impedía la participación de nuestros líderes en el quehacer político partidista.
Esta participación del liderazgo cristiano en la política estuvo sus luces y su sombra, partiendo de los resultados obtenidos en el reciente certamen electoral en las distintas plataformas en las que lanzaron sus candidaturas, a las diferentes posiciones electivas, de las cuales se conquistaron muy pocas entorno a la percepción.
Situación que debe obligar a este liderazgo a una importante reflexión, sobre el mínimo respaldo de la comunidad cristiana a sus distintas candidaturas, aun siendo muchos de ellos (as) connotados líderes, que en otros escenarios han sido muy respaldado, sin embargo no lograron capitalizar ese respaldo en voto.
Partiendo de esta experiencia cabe señalar que dentro de las sombras que se dieron en este proceso fue el nivel de improvisación en la selección de hermanos para participar en dicho proceso, que en muchos casos solo fueron como relleno de boletas, también se notó la falta de propuestas coherentes que pudieran conectar con la realidad actual de las distintas comunidades.
Independientemente de la falta de recursos tantos económico como técnico otro de los grandes problemas que se evidencio en los lideres cristianos que participaron en estas elecciones, fue la falta de capacidad estratégica y la definición del rol, pues hay que diferenciar el discurso político de predicación de la palabra, o usted anda en política, o evangelizando.
Es mucho lo que hay que reflexionar de esta experiencia, pero será tarea de un liderazgo que en lo adelante tendrá la tarea de seguir avanzando para ser la diferencia, y convertirse en una opción potable para el próximo proceso del 2020.
Seria interesante que todo este liderazgo inicie un proceso de formación tendente adquirir conocimiento en materia política, profesionalizarse para cuando nos toque seleccionar personal para la administración pública tengamos un liderazgo acabado, con una visión de estado, lo que también permitirá la elaboración de proyectos altamente calificado, y un buen planteamiento critico enfocado en nuestra realidad como país.
De la visión de este liderazgo dependerá que esta iniciativa se convierta en un referente importante para la próxima generación de líderes cristianos, que independientemente de su sacerdocio espiritual entiendan que también se puede hacer política, como garantía de una justicia social y los valores de nuestra fe, siempre poniendo en alto el nombre de nuestro Dios, como lo hicieron nuestros antepasados.